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viernes, 23 de diciembre de 2016

Huye del ruido

Muchas veces no somos conscientes de todo el ruido que nos rodea. Nuestro cerebro se ha acostumbrado a ese ruido externo y lo asimila hasta que deja de ser perceptible en muchos casos. Si a eso sumamos nuestro “ruido interior” que es aquel que golpea en nuestro cerebro mediante pensamientos, reproches, conversaciones interiores.. es imposible concentrarse.
Para las personas que transcurre su jornada laboral en una oficina tenemos infinidad de ruidos que evitan una mínima concentración:
- Teléfonos de la oficina
- Teléfono móvil
- El timbre de la puerta
- El aviso de que nos ha entrado un mail (en el teléfono, en el ordenador, en la Tablet…)
- Aviso de Whatsapp o redes sociales
- Interrupciones de compañeros de trabajo 
- Ajetreo de personas entrando y saliendo
- Escuchar las conversaciones telefónicas de los demás o las reuniones
Es decir, tenemos cotidianamente una serie de sonidos alrededor que nos alteran cada vez que suenan. Si a eso añadimos las alarmas luminosas del móvil o el ordenador, llevamos a nuestra percepción de todo lo exterior a niveles superlativos.
Está más que demostrado que somos seres "multitarea" y que eso nos hace menos sociables, menos eficientes y menos inteligentes. Con esto nos referimos a la cada vez más extendida multitarea de escribir un mail, tener varias pestañas del ordenador abiertas, hablar por teléfono y además escribir un "Whatsapp". 
Además, solemos realizar este tipo de tareas que se acaban convirtiendo en rutinarias en los momentos menos oportunos. Eso nos hace ser menos eficientes, y por supuesto cometer más errores que luego tendremos que subsanar.
Nuestra capacidad para filtrar la información y los estímulos nos hará gestionar mejor la capacidad de concentración y análisis. La falta de atención que demostramos haciendo varias tareas a la vez puede incluso crearnos problemas sociales con las personas que interactuamos y que no le prestamos la atención necesaria. 
Cada vez más se tiende en las oficinas a crear “espacios de concentración”. Es decir lugares sin ruido externo, ni por supuesto interno, que sirvan para concentrarse, meditar y poder conseguir soluciones y reflexiones para los problemas o las estrategias de trabajo.
El objetivo de evadirnos del ruido aunque sea por al menos unos minutos es doble; descansar y recuperar energía, y también poder concentrarse para poder solucionar las dificultades que se tienen encima de la mesa lo mejor posible. Esos “minutos de silencio” suponen una inyección de energía y de claridad mental.
Entonces, si el ruido es la tónica en el lugar de trabajo, escoge un tiempo, aunque sea corto, durante el día, donde puedas relajarte, cerrar los ojos, apagar los aparatos electrónicos que generan ruido y poder disfrutar de un minuto de concentración. Tu mente y tu productividad lo agradecerán.

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