Las personas debemos lidiar con el conflicto a diario en nuestras vidas. El conflicto de intereses es el más extendido y frente a ese nos podemos posicionar de diferentes maneras. Veamos primero cómo se genera un conflicto.
El desencuentro y la falta de entendimiento viene motivada en muchas ocasiones por una ausencia de diálogo. En nuestra vida diaria se generan unas expectativas y se dan unas presunciones sobre lo que se espera de la otra persona o que espera la otra persona de mí mismo. Las personas tendemos a adoptar una postura u otra según el interés final que se desea conseguir.
En esta línea, se podría decir que el conflicto podría evitarse si desde un primer momento preguntáramos directamente a la otra persona lo que desea y lo que quiere y espera de nuestra relación o de nuestra persona. Buscar el “enfrentamiento” directo de las expectativas para que estas no se presuman ni se conviertan en elucubraciones mentales que pueden generar todo tipo de fantasías y creencias que pueden desembocar en el conflicto.
La mayoría de los casos ese ajuste de expectativas inicial no se produce y se acaba generando el conflicto y/o una discusión. La discusión la entendemos como enfrentamiento y defensa de dos posturas totalmente opuestas y que cada uno defiende para “convencer” al otro de que no lleva razón, cuando deberíamos entenderla como un diálogo abierto donde ambas partes opinan y se escuchan y acercan posturas, hasta el punto de que uno de ellos pueda aceptar totalmente o en parte la posición del otro. Esa búsqueda de tener la razón a toda costa acabará teniendo fatales consecuencias en una relación y terminarán por derivar en el conflicto y posteriormente la enemistad, pasando en episodios más limite al odio. Para lidiar con esto, deberíamos generar que nuestras relaciones fueran más sanas y abiertas y menos basadas en “convencer” y “tener la razón”.
En el ámbito laboral, muchas rupturas de relaciones que no sean motivadas por problemas económicos o de absorción del puesto de trabajo, es decir, las que están derivados de la falta de entendimiento de las personas, se van deteriorando poco a poco hasta llegar a un límite de “no aguanto más”.
Así, las relaciones laborales no están exentas de conflictos y faltas de entendimiento. Dentro de toda organización cada vez más es necesaria la figura de una persona que lidere y medie en la gestión de conflictos. Se deben establecer unas políticas para gestionar este tipo de situaciones, tanto en prevención como en solución de diferentes casuísticas. La productividad, la implicación, la motivación y finalmente la ruptura de la relación laboral o bien la pérdida de talento no deseado depende en gran parte de cómo se pueden gestionar estas situaciones. Generar un manual o protocolo de gestión de conflictos al que se pueda acudir y que forme parte de los Valores y de la Cultura de la organización sería algo que evitaría muchas situaciones desagradables y finalmente los altos costes que supone un conflicto para toda la organización y la erosión de la motivación de las personas.
Practica tus habilidades asertivas, sé más comunicativo y verás reducidos los conflictos a gestionar en el día a día.
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