Es indispensable comenzar por una buena comunicación interna, que dé a conocer la filosofía, la misión, la visión de la empresa… con el objetivo de que el talento que trabaja dentro de ella haga lo posible para implicarse en su mejora continua. Cuidando las relaciones y canales de comunicación internos haremos que las personas se sientan parte de ellos y por ende se sientan preparados también para participar en los canales de comunicación externa que la propia empresa proporcione.
Pero para disponer de este talento, es necesario detectarlo. La compañía debe tener claro qué tipo de personas quiere y elaborar la metodología necesaria que permita atraerlo. Para identificar esas aptitudes y actitudes de implicación más allá del trabajo diario será necesario un buen proceso de selección que empieza desde el momento en el que se publica la oferta y empiezan a llegar candidatos con CVs coherentes.
A través de varias técnicas, se podrá dar con esas personas que encajan tanto en los requisitos de la oferta como en la cultura de empresa, valorando compartir contenidos y conocimiento más allá de su especialidad:
- Entrevistas personales: experiencia y medios propios.
- Pruebas profesionales: capacidades para desempeñar el puesto de trabajo.
- Pruebas psicotécnicas: rasgos de personalidad y actitudes.
- Dinámicas de grupo: trabajar en equipo, la capacidad para resolver conflictos…
En otras muchas ocasiones el verdadero talento acude a la empresa por decisión propia, no esperan a ver una publicación en plataformas de empleo, mostrando así su proactividad y capacidad para generar conocimiento sin todavía formar parte de ella.
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