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lunes, 2 de noviembre de 2015

Crecer y Contribuir: la clave en el desarrollo humano.

Si sabemos que el fin supremo del hombre es la felicidad, y que todos los seres humanos estamos hechos para dar y recibir amor ¿cómo es entonces que algunas veces asumimos conductas negativas en el desempeño de nuestro trabajo y en la vida familiar que nos llevan a recorrer caminos de frustración, desdicha e infelicidad?

Todos tenemos necesidades básicas que una vez satisfechas nos permiten sobrevivir y seguir viviendo, y alcanzadas, identificamos otras importantes que también requerimos satisfacer tanto en lo individual y como integrantes de un entorno familiar y laboral. Estas son las necesidades de seguridad, variedad, significado, conexión, crecimiento y contribución.
Dichas necesidades cuando son satisfechas de una manera positiva, crean puentes de comunicación y armonía, y cuando en ellas impera lo negativo, se construyen murallas que impiden una buena comunicación y diálogo con nuestros semejantes.

Como un mecanismo natural, siempre tenemos la sana intención de experimentar seguridad, y para ello buscamos maneras eficaces y constructivas de edificarla y consolidarla. Una de ellas es con actitudes (acciones y palabras) positivas que nos lleven a aumentar nuestra calidad de vida.
Darle variedad de manera creativa a nuestra vida, implica ejercer nuestra capacidad de ser y de actuar, y sobre todo la de entregarse a los demás contribuyendo y creciendo, y al mismo tiempo, sintiéndonos orgullosos de lo que hacemos.
Buscamos que las cosas que realizamos tengan significadotan es así, que algunas de nuestras decisiones las tomamos a partir del deseo de que se nos reconozca como significativos en nuestra vida laboral, familiar o social, que también se nos vea como personas importantes y valiosas, y además, que nos sintamos orgullosos de ello. Eso lo podemos lograr convirtiéndonos en nuestra mejor versión, exigiéndonos a diario ser lo mejor y lo más eficiente posible que podamos ser.

La necesidad de conexión, no es otra que la de experimentar el amor, darlo y recibirlo genuinamente, de una manera libre y desinteresada; recordemos que brindar la felicidad es merecerla. El conectar se satisface creando empatía, ayudando a los demás, haciendo algo por ellos o brindándoles nuestro incondicional apoyo.
Las cuatro anteriores necesidades son verdaderamente importantes para todos los seres humanos; pero lo que puede resultar diferente es el orden, jerarquía o prioridad que cada uno de nosotros les asignemos.
Crecer es convertirnos en “el mejor jugador del equipo de trabajo” brindar a los demás nuestro apoyo; inspirarlos a que eleven sus estándares y acrecienten sus logros, a que tengan clara su visión y misión de vida. En lo particular, implica reclamar lo mejor de cada uno de nosotros y acondicionarnos a darlo en todas las áreas de la vida (familiar, social, laboral, etc.), sirviendo de fuente de inspiración a los demás para que también lo hagan.
Es evidente que la calidad de nuestra vida se eleva sólo con contribuir, ya que cuando damos sin detenernos, la vida adquiere un mayor sentido; dar nos permite experimentar el don de la gratitud y de hacer algo por nuestro prójimo.
Ahora se nos plantea el reto de obtener la seguridad, la variedad, el significado y la conexión, pero procurando al mismo tiempo crecer y contribuir que constituyen la clave para crear destinos brillantes y fascinantes; ya sea en lo individual, como trabajadores o como parte integral de una familia o una pareja.

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