A veces, la idea de ser emprendedor y montárselo por tu cuenta suele rodearse de un halo de romanticismo y aventura que poco tiene que ver con la realidad. Normalmente quienes tratan de buscarse la vida más allá de una nómina pasan el día superando obstáculos, muchos de ellos de lo más trivial y poco glamouroso. Pero aún así, ninguno de ellos lo cambiaría por nada.
A primera vista es estupendo no tener que obedecer órdenes absurdas o aguantar a incompetentes. El problema es que si no hay nadie que te diga lo que tienes que hacer, eres tú quien tiene que tomar las riendas. Y no siempre es tan fácil como parece.
La Marca Personal (Branding personal) implica tomar el control de tus decisiones, asumir tu responsabilidad, hacer lo que tienes que hacer y no lo que otros dicen que hagas.
Aunque muchos digan que no, a la mayoría de las personas les gusta que les digan lo que tienen que hacer. Cuando otros te dan instrucciones, van dejando su marca en tí porque actúas en función de lo que ellos dicen y no de lo que tu decides. Pero al mismo tiempo eso es muy cómodo y te quita muchos pesos de encima. Y siempre tienes a otros a quienes echar la culpa.
El problema es que cuando solo actúas, de forma voluntaria u obligada en función de lo que deciden otros, vas dejando de ser tú mismo y te conviertes en lo que los otros quieren que seas.
La otra opción es que seas tú quien decide lo que hay que hacer. Y no siempre es sencillo.Cuando se empieza a desarrollar este proyecto de Branding Personal se viven varias épocas (cortas, eso sí) de paralización. Pero la causa que provoca ese bloqueo es únicamente de uno mismo. En esos momentos te quedas paralizado, no sabes para donde tirar. Pero estás absolutamente solo. No puedes pedir ayuda a nadie porque nadie puede ponerse en tu lugar. Lo bueno es que cuando ves la luz, todo toma un impulso que compensa lo anterior.
Se habla mucho de financiación, de cuestiones administrativas, de los altos índices de fracaso de los emprendedores, de la dura vida del autónomo,… Pero pocas veces se habla de estas cuestiones “intimas” que posiblemente asustan más que una factura sin cobrar.
Cuando trabajabas para otros, puede no gustarte lo que haces, puedes discutir con tu jefa, puedes pensar que tu trabajo es irrelevante, pero siempre uno sabe lo que hay que hacer. Y en cuanto se sale por la puerta, se desconecta. Ahora no se puede… ni se quiere.
Pero cuando uno decide crear algo nuevo, ser emprendedor y apostar por el mismo y por su propio negocio, todo lo demás no tiene precio.Cuando tú eres tu propio jefe puedes ser tan malo como cualquier otro o puedes ser un inútil total. O ambas cosas. Quizás en ese momento te das cuenta que estás trabajando para el peor (o el mejor) jefe del mundo: Tu mismo/a.
En tus manos está ser un auténtico emprendedor!
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